En 1990, esta joya arquitectónica, se alzó con el título de “el balcón más lindo de Antioquia”, en un concurso que celebró la grandeza de la arquitectura tradicional. No es solo una casa: es un símbolo de identidad. Un homenaje vivo al oficio de los carpinteros de antaño, al amor por los detalles, a la herencia cultural que se resiste a desvanecerse. Hoy, sigue de pie, acogiendo a quienes llegan con el corazón dispuesto a admirar no solo su belleza, sino el alma de todo un pueblo reflejada en su fachada.