Tus palabras pueden marcar para siempre. Cada vez que te expresas, tienes el poder de construir o destruir, de dar fuerza o dejar cicatrices. A veces no nos damos cuenta del peso que puede tener un comentario, una risa o una burla. Por eso, es importante detenernos a pensar antes de hablar, especialmente cuando se trata de otras personas.

Por ello, antes de burlarte o señalar a alguien, piensa en el impacto que puedes causar. Lo que para ti puede parecer algo sin importancia, para la otra persona puede significar una humillación que no olvidará. Todos enfrentamos nuestras propias batallas, y muchas veces no sabemos lo que el otro está viviendo. Ser empático no cuesta nada, pero puede hacer una gran diferencia.

El bullying no es un juego, es violencia

No importa si se manifiesta con palabras, gestos, aislamiento o golpes, siempre deja una huella. Normalizarlo como parte del crecimiento o como “cosas de niños” es un grave error. La violencia nunca es una forma válida de relacionarnos, y menos aún cuando se disfraza de diversión.

Lo que para ti es “solo una broma”, para alguien más puede ser una herida profunda. Esa risa que buscabas puede costarle a otra persona su autoestima, su tranquilidad e incluso su deseo de seguir adelante. No necesitas hacer daño para ser escuchado o aceptado. Usa tus palabras para apoyar, para acompañar, para construir. Eso sí deja una marca que vale la pena.