A lomo de mula y con el alma fuerte, nuestros campesinos recorren las mismas calles que guardan siglos de historia y trabajo. Entre el frío de la montaña y el peso de la carga, llevan consigo la esencia de un pueblo que nunca se rinde. Cada paso es un testimonio de pujanza, de manos curtidas por la tierra y corazones llenos de esperanza. En cada sendero, en cada trocha, en cada amanecer… sigue viva la tradición.